De todos es sabida la pasión de Buñuel por los tambores y por la tamborrada de Calanda. Sin esta pasión hoy quizá la Semana Santa calandina no tendría la difusión que tiene. Buñuel fue, sin duda, su gran “relaciones públicas”. Su buen amigo, el escritor y poeta calandino José Repollés Aguilar, explicó a Max Aub a propósito de la familia Buñuel: «Ya don Leonardo fue de los primeros en ves¬tirse de soldado romano, y luego continuaron haciéndolo todos los hijos. Por¬que yo se lo he visto hacer a Alfonso muchísimas veces, y Luis lo hacía también todos los años. Luego don Leonardo, cuando llegaba Semana Santa, subía al lugar donde se reúnen, que siempre es en el mismo sitio, una especie de cuar¬telillo donde los quince o veinte hombres se visten y eso. Llegaba don Leonar¬do y les daba una cantidad, que me parece que eran veinte duros, y le estoy hablando del año 1908, del año 1910 y del año 1912, cuando veinte duros, oiga, era para hincharse de comer carne y de beber vino y aún les sobraba di¬nero para hacer una merienda de Pascua. Luis continuó haciendo lo mismo que hacía su padre. Y cada año, cuando venía, subía lo mismo al cuartelillo ese, como si fuera un rito. Al llegar a Calanda subía donde estaban los putuntunes y charlaba un rato con ellos. Bueno, y entonces les dejaba una cantidad esplén¬dida. Ya en aquellos tiempos Luis les daba 500 pesetas. Pero es que luego, después de la guerra, cuando Luis ya no pudo venir, Alfonso continuó hacién¬dolo, y delante de mí lo ha hecho todas las veces, seis, ocho y diez años». Esta pasión por la Pascua llegó hasta la creación por parte de Buñuel, siempre según el propio Repollés, de unos toques tamboriles. «Hay uno dice Repollés que es creación de Luis. Y Luis le dio nom¬bre. Uno de los toques de tambores es, por ejemplo, la marcha palillera. Y otro que, como digo, es de Luis, es: me la han cascao, me la han cascao. Le encan¬ta esto. Le encanta. Este es un toque de los que le gustan. Y le lla¬ma él así: “el toque del me la han cascao”. Y allí, en Calanda, pues el toque del me la han cascao es un toque muy curioso y muy espectacu¬lar».
Etiqueta: Luis Buñuel
«125 años» por José Antonio Gargallo Gascón
Hace 125 años no había dentistas, había sacamuelas. Hace 125 años la gente agachaba la cabeza, no por Instagrám. Este texto, hace 125 años lo habría leído poca gente, entonces pocos sabían leer. Hace 125 años no había pasado ni la primera guerra mundial, qué suerte la nuestra… Hace 125 años, yo no habría tenido opinión, pues estaban todas polarizadas, también entonces… Hace 125 años el cielo nos esperaba a todos, pero sin estelas químicas (¿alguna duda?). Hace 125 años la tierra no era plana… era como dios manda.
Y aquí estamos, 125 años después, conmemorando…
«Tomás Gascón, el artesano»
Analizar la controvertida personalidad de Tomás Gascón es un asunto que no requiere ninguna simplificación. El artesano del tambor heredó de su padre, Juan José Gascón, toda la maestría en la fabricación de los instrumentos de percusión. El Padre Mindán, en su memorable trabajo para el libro El sueño de los tambores (2005), describe al padre de Tomás, Juan José Gascón Trallero, junto a Pascual Labarías Lahoz, el Juanete y Antonico Herrero, el confitero, como los mejores percusionistas en la primera mitad del siglo XX.
Tomás Gascón fabricó miles de tambores y bombos, que los fue vendiendo a medida que los iba construyendo. Empezó a trabajar desde muy niño en la pequeña casa de la calle Santa Águeda, y cuando la vivienda y el corral que tenía enfrente quedaron desbordados por la cantidad de material almacenado, se trasladaron a vivir a la calle San Miguel, en la confluencia con la plaza de España. Allí en la planta baja regentó un bar, con su mujer Josefina, al que le pusieron el nombre de Bar Olimpia.

Tambores y bombos de Calanda despiden a Carlos Saura
Hoy a medio día la Academia de Cine de Madrid ha abierto la capilla ardiente de Carlos Saura con el sonido de los Tambores y Bombos de Calanda. Por petición expresa de su familia, una representación de los tambores y bombos de Calanda se han desplazado a Madrid para despedir y homenajear a este gran cineasta aragonés.
Carlos Saura visitó Calanda en 1966 y posteriormente volvió para grabar algunas escenas de su película «Peppermint Frappé». Durante su vida repetiría su visita a Calanda en varias ocasiones, una de ellas muy especial, en 2008 cuando fue invitado de honor para ROMPER LA HORA.
«Esa obsesión por los tambores…» por Pedro Rújula (Prólogo del libro «Cofradía Jesús Nazareno, 50 años de historia»)
No hay otro lugar como Calanda que combine de manera tan perfecta la multitud y el individuo, el sonido envolvente y la percusión íntima, la voluntad de ser parte de un todo colectivo y la excitante afirmación de la autonomía personal. Aquí, en el corazón del Bajo Aragón, tiene lugar un rito que se repite cada año. Como si de renovar un pacto secular se tratara, centenares de vecinos se reúnen para anudar multitud de sentimientos en una sola ceremonia. Y todo gira en torno a un instrumento de apariencia humilde como el tambor que, sin embargo, es capaz de trascender los límites de lo evidente. Decía Salvador Dalí que Buñuel estaba obsesionado por los tambores. “Cuando estábamos en Los Ángeles —decía—, cenamos una vez y no hablaba más que del día que podría volver a Calanda. Esa obsesión por los tambores…”.
La presencia de Luis Buñuel en el universo de los tambores de Calanda ofrece un buen punto de apoyo para comprender lo que tiene lugar durante las veintiséis horas que siguen al mediodía de Viernes Santo. En ese tiempo se dan cita sin solución de continuidad la herencia religiosa, que en el imaginario local representa la figura de mosén Vicente Allanegui, y la dimensión secular encarnada por el cineasta calandino. El interés de Buñuel por los tambores, documentado ampliamente en las conversaciones mantenidas por el escritor Max Aub,1 hizo de estos un icono de la cultura universal. El sonido ronco, los toques conservados en la memoria, el regreso periódico a su pueblo natal para tocar el tambor y sentirse entre los suyos fueron la otra cara de aquellos tambores que acompañaron por el mundo a películas inmortales como La Edad de Oro, Nazarín o Simón del desierto.
No hay otro lugar como Calanda que combine de manera tan perfecta la multitud y el individuo, el sonido envolvente y la percusión íntima, la voluntad de ser parte de un todo colectivo y la excitante afirmación de la autonomía personal. Aquí, en el corazón del Bajo Aragón, tiene lugar un rito que se repite cada año. Como si de renovar un pacto secular se tratara, centenares de vecinos se reúnen para anudar multitud de sentimientos en una sola ceremonia. Y todo gira en torno a un instrumento de apariencia humilde como el tambor que, sin embargo, es capaz de trascender los límites de lo evidente. Decía Salvador Dalí que Buñuel estaba obsesionado por los tambores. “Cuando estábamos en Los Ángeles —decía—, cenamos una vez y no hablaba más que del día que podría volver a Calanda. Esa obsesión por los tambores…”.
La presencia de Luis Buñuel en el universo de los tambores de Calanda ofrece un buen punto de apoyo para comprender lo que tiene lugar durante las veintiséis horas que siguen al mediodía de Viernes Santo. En ese tiempo se dan cita sin solución de continuidad la herencia religiosa, que en el imaginario local representa la figura de mosén Vicente Allanegui, y la dimensión secular encarnada por el cineasta calandino. El interés de Buñuel por los tambores, documentado ampliamente en las conversaciones mantenidas por el escritor Max Aub,1 hizo de estos un icono de la cultura universal. El sonido ronco, los toques conservados en la memoria, el regreso periódico a su pueblo natal para tocar el tambor y sentirse entre los suyos fueron la otra cara de aquellos tambores que acompañaron por el mundo a películas inmortales como La Edad de Oro, Nazarín o Simón del desierto.
Salvador Simó – director de «Buñuel en el laberinto de las tortugas»
Antes de nada tengo que agradeceros profundamente vuestra presencia en el Festival de Málaga, lo convertisteis en algo mágico, pusisteis nuestras emociones a flor de piel y nos acercasteis a vuestra tierra y al personaje de Luís de una forma que nadie habría podido igualar.
La historia de Luis empieza en Calanda, su infancia y sus paisajes que siempre llevó dentro, pero esa secuencia en la que se abre camino a través de los tambores no deja de ser también una metáfora de su camino a lo largo de su vida.
Los tambores y bombos de Calanda en el Festival de cine de Málaga 2019
Al igual que ocurrió hace 10 años, una representación de los tambores y bombos de Calanda se han desplazado a Málaga para participar en su prestigioso Festival de Cine. El motivo ha sido la presentación de la película «Buñuel en el laberinto de las tortugas«. La adaptación de la novela gráfica de Fermín Solís (Cáceres, 1972) que ha dirigido Salvador Simó es uno de los títulos más esperados del año ya que, antes de estrenarse, ha cosechado varios premios internacionales, entre ellos el de Mejor Director en el reciente Cartoon Movie.
Los tambores y bombos de Calanda en el homenaje a Luis Eduardo Aute en Barcelona (02/02/2019)
El Sábado 2 de febrero de 2019 una representación de los tambores y bombos de Calanda se ha desplazado a Barcelona para participar en el homenaje que la ciudad condal ha realizado a Luis Eduardo Aute. Por segunda vez en poco tiempo (el día 10/12/2018 se celebró otro homenaje en Madrid) el mundo de la música y de la cultura en general se ha volcado para dar ánimos a Luis Eduardo.


