«La Cuadrilla de Tomás Gascón»

Cuadrilla de Tomás Gascón en el concurso tambores Híjar año 1975

Un grupo de amigos frecuentaba en los años 1966-1970 el Bar Olimpia. Allí se juntaba la pandilla haciendo tertulia varias veces a la semana, tomando café y hablando de lo humano y de lo divino. Eran vecinos del pueblo y tenían la consideración de virtuosos percusionistas, dominadores de los toques tradicionales de Semana Santa.

Por el bar de Tomás Gascón acudían su cuñado Blas Franco, Paco Herrero y Miguel Espada, todos ellos bombistas, así como su primo José Gascón, Gregorio Aznar, Manuel Dueñas y Gregorio Brumos, que tocaban el tambor. El grupo iba poco a poco aumentando, uniéndose Miguel Luengo, el blanco, que procedía de la banda de la Cofradía de la Dolorosa y después Pascual Palos, Mariano Gayán, José Quílez y un jovencísimo Miguel Magrazó. El coordinador que estaba al tanto de las reuniones y llevaba el control no era otro que Andrés Aznar, el tío Andrés.

«Tomás Gascón, el artesano»

Tomás Gascón

Analizar la controvertida personalidad de Tomás Gascón es un asunto que no requiere ninguna simplificación. El artesano del tambor heredó de su padre, Juan José Gascón, toda la maestría en la fabricación de los instrumentos de percusión. El Padre Mindán, en su memorable trabajo para el libro El sueño de los tambores (2005), describe al padre de Tomás, Juan José Gascón Trallero, junto a Pascual Labarías Lahoz, el Juanete y Antonico Herrero, el confitero, como los mejores percusionistas en la primera mitad del siglo XX.

Tomás Gascón fabricó miles de tambores y bombos, que los fue vendiendo a medida que los iba construyendo. Empezó a trabajar desde muy niño en la pequeña casa de la calle Santa Águeda, y cuando la vivienda y el corral que tenía enfrente quedaron desbordados por la cantidad de material almacenado, se trasladaron a vivir a la calle San Miguel, en la confluencia con la plaza de España. Allí en la planta baja regentó un bar, con su mujer Josefina, al que le pusieron el nombre de Bar Olimpia.

Tomás Gascón concurso tambores Híjar (Foto del C.E. del Bajo Martín)
Tomás Gascón concurso tambores Híjar (Foto del C.E. del Bajo Martín)

«Esa obsesión por los tambores…» por Pedro Rújula (Prólogo del libro «Cofradía Jesús Nazareno, 50 años de historia»)

Semana Santa Calanda 2018 - Rompida de la Hora - Foto de José Quintana Merino

No hay otro lugar como Calanda que combine de manera tan perfecta la multitud y el individuo, el sonido envolvente y la percusión íntima, la voluntad de ser parte de un todo colectivo y la excitante afirmación de la autonomía personal. Aquí, en el corazón del Bajo Aragón, tiene lugar un rito que se repite cada año. Como si de renovar un pacto secular se tratara, centenares de vecinos se reúnen para anudar multitud de sentimientos en una sola ceremonia. Y todo gira en torno a un instrumento de apariencia humilde como el tambor que, sin embargo, es capaz de trascender los límites de lo evidente. Decía Salvador Dalí que Buñuel estaba obsesionado por los tambores. “Cuando estábamos en Los Ángeles —decía—, cenamos una vez y no hablaba más que del día que podría volver a Calanda. Esa obsesión por los tambores…”.

La presencia de Luis Buñuel en el universo de los tambores de Calanda ofrece un buen punto de apoyo para comprender lo que tiene lugar durante las veintiséis horas que siguen al mediodía de Viernes Santo. En ese tiempo se dan cita sin solución de continuidad la herencia religiosa, que en el imaginario local representa la figura de mosén Vicente Allanegui, y la dimensión secular encarnada por el cineasta calandino. El interés de Buñuel por los tambores, documentado ampliamente en las conversaciones mantenidas por el escritor Max Aub,1 hizo de estos un icono de la cultura universal. El sonido ronco, los toques conservados en la memoria, el regreso periódico a su pueblo natal para tocar el tambor y sentirse entre los suyos fueron la otra cara de aquellos tambores que acompañaron por el mundo a películas inmortales como La Edad de Oro, Nazarín o Simón del desierto.

No hay otro lugar como Calanda que combine de manera tan perfecta la multitud y el individuo, el sonido envolvente y la percusión íntima, la voluntad de ser parte de un todo colectivo y la excitante afirmación de la autonomía personal. Aquí, en el corazón del Bajo Aragón, tiene lugar un rito que se repite cada año. Como si de renovar un pacto secular se tratara, centenares de vecinos se reúnen para anudar multitud de sentimientos en una sola ceremonia. Y todo gira en torno a un instrumento de apariencia humilde como el tambor que, sin embargo, es capaz de trascender los límites de lo evidente. Decía Salvador Dalí que Buñuel estaba obsesionado por los tambores. “Cuando estábamos en Los Ángeles —decía—, cenamos una vez y no hablaba más que del día que podría volver a Calanda. Esa obsesión por los tambores…”.

La presencia de Luis Buñuel en el universo de los tambores de Calanda ofrece un buen punto de apoyo para comprender lo que tiene lugar durante las veintiséis horas que siguen al mediodía de Viernes Santo. En ese tiempo se dan cita sin solución de continuidad la herencia religiosa, que en el imaginario local representa la figura de mosén Vicente Allanegui, y la dimensión secular encarnada por el cineasta calandino. El interés de Buñuel por los tambores, documentado ampliamente en las conversaciones mantenidas por el escritor Max Aub,1 hizo de estos un icono de la cultura universal. El sonido ronco, los toques conservados en la memoria, el regreso periódico a su pueblo natal para tocar el tambor y sentirse entre los suyos fueron la otra cara de aquellos tambores que acompañaron por el mundo a películas inmortales como La Edad de Oro, Nazarín o Simón del desierto.

Presentación del libro «Cofradía de Jesús Nazareno, 50 años de historia»

calandanazareno - Presentación del libro "Cofradía de Jesús Nazareno -50 años de historia" - 06/11/2021

El pasado sábado, 06 de noviembre de 2021, la Cofradía Jesús Nazareno de Calanda ha presentado el libro, «Cofradía de Jesús Nazareno, 50 años de historia».

En un abarrotado salón de actos «Víctor Romero» de la Casa de Cultura de Calanda, se ha producido un emotivo acto, presentado por Alba Herrero y Pedro Lacueva, en el que han tomado la palabra: José Miguel Asensio (Coordinador del Libro) y Paco Navarro (Redactor del Libro), Pedro Rújula (Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza), Emiliano Otegui (Productor de Cine y Director de Producción de Gala de la 30 Edición de los Premios Goya), Oscar Luengo (Representante del Ayuntamiento de Calanda) y Juan Herrero (Hermano Mayor de la Cofradía Jesús Nazareno de Calanda y Coordinador del Libro).

La Semana Santa de los 50 años…

calandanazareno-escudos

La Semana Santa de 2020 pasará a la historia, en el año del 50 aniversario de la Cofradía Jesús Nazareno, nos ha tocado vivir lo que nunca nos podíamos imaginar… solo un programa de actos reducido al mínimo, ha logrado mantener la tradición de que el sonido de tambores y bombos, (desde balcones, cocheras, terrazas etc…) haya sonado en Calanda durante estos días tan señalados.

Nos queda la esperanza de que en 2021 volvamos a vivir el ambiente de nuestros ensayos en la harinera, ver las caras de ilusión de los más pequeños el Domingo de Ramos en el pabellón, disfrutar por las calles de Reus, ese ambiente de reencuentro del Jueves Santo por la tarde, los nervios antes de empezar el Vía Crucis, esos segundos interminable antes de que la hora se rompa, el “hermanos, fieles y devotos…”, ver salir al Nazareno de la Iglesia en la Soledad, recorrer las calles tocando en cuadrilla la noche del Viernes, el amanecer del Santo Entierro, las charradas del almuerzo y terminar… y desear que todos nos volvamos a ver el año siguiente…

«De un Nazareno a otro» por Miguel Magrazó Vallés

calandanazareno - Rompida de la Hora con Imanol Arias

Este año si no podemos tocar, en mi opinión, el “SILENCIO SERÁ MAS FUERTE QUE EL SONIDO”, porque para el pueblo y para todos los calandinos, ese silencio de los redobles de tambor y bombo sonarán más fuerte que nunca.

Hoy, un día 17 de marzo, en plena reclusión doméstica, os quiero escribir unas palabras de ánimo, pues me preocupa mucho la situación que estamos viviendo en estas fechas y más aún, porque ya estamos en plena Semana Santa, y para los que nos gusta tocar el tambor y para todos los calandinos en general, van a ser unos días muy tristes y para mi, que en 74 años siempre he tocado todos los viernes santos en la Rompida.

En este día que estoy escribiendo estas líneas y me tengo que parar de escribir… al pensar que este año no podré estar en la plaza con todos mis amigos y compañeros de toda una vida. Aunque estos últimos años para mi eran muy duros, cuando una vez en la plaza, en el mismo lugar de siempre, miraba a mi alrededor y echaba en falta a muchos amigos que desgraciadamente ya no están en su sitio de siempre.

Este año si no podemos tocar, en mi opinión, el “SILENCIO SERÁ MAS FUERTE QUE EL SONIDO”, porque para el pueblo y para todos los calandinos, ese silencio de los redobles de tambor y bombo sonarán más fuerte que nunca.

"Mis vivencias en los 50 años del Nazareno" por Paco Navarro

calandanazareno - Paco Navarro

Cumplir 50 años una institución da derecho a entrar con toda justicia en los anales de la historia local, más si las personas que ahora la sustentan siguen con el vigor y entusiasmo que tuvieron  sus fundadores. Esto es lo que ocurre con la Cofradía de Jesús Nazareno de Calanda.

Con las perspectivas que hubo entonces, el camino que emprendieron un grupo de personas fue decidido y valiente, comprometido y  ejemplar. Tuvieron mucha fe y consolidaron un proyecto de gran transcendencia para el devenir de nuestra Semana Santa.

La tradición de antaño, que se vivía con gran austeridad,  no tenía ni por asomo la ostentación que existe hoy en día. En los años sesenta las celebraciones eran íntimas, familiares y con un matiz muy religioso. La cuadrilla, compuesta por parientes y amigos, formaba la base popular de la percusión. El pueblo vivía anquilosado, con la memoria de una triste posguerra y la pérdida de la población, al emigrar muchas familias a Cataluña en busca de un futuro mejor. En esa época el turismo no existía y nuestra Semana Santa no era noticia en ningún medio de comunicación.

Aquellos años la tradición tuvo que batallar frente a una peligrosa moda,  como fue  el color de la túnica, que no sabemos si por la  falta de telares o porqué, el morado estuvo amenazado por el color negro que portaba un grupo cada vez más creciente de percusionistas. A las juntas coordinadoras de entonces les tocó bregar mucho para lograr la  disciplina en la uniformidad, los cocoteros tuvieron trabajo imponiendo la obligatoriedad del tercerol en las procesiones y  vestir dignamente  el hábito morado con rigor penitencial.

Los primeros años en fotos

Calandanazareno - Concurso Híjar 1972
Ensayos durante los primeros años de la Cofradía a principio de los 70s
Ensayos durante los primeros años de la Cofradía a principio de los 70s
Cudarilla de Tomás Gascón en un viaje a Teruel para RTVE
Cudarilla de Tomás Gascón en un viaje a Teruel para RTVE