Todavía recuerdo el momento en el que por orden tuya subí a casa de Angel, a por el escudo, el tercerol y el cubre tambor, era el mismo viernes santo por la tarde, y ese día me estrenaba en la banda del Nazareno, tú Nazareno.
La Tía Rosa cosía el escudo rápidamente a la túnica y me colocaba el cinturón cómo solo ella sabía, a la primera siempre y sin arrastrar, creo que nunca más me lo he puesto así de bien en mi vida.
