Siempre que los antropólogos revisan la tradición de un pueblo suelen ser muy cautos en sus investigaciones. No pueden dar por bueno aquello que no tenga una pervivencia de más de treinta años y no cuenten con el arraigo popular. Las modas que van y vienen, los caprichos y veleidades, así como las copias de otros lugares, no encajan en los conceptos de la tradición.
La costumbre se sustenta en el poso que dejan los años, en la cimentación, en la transmisión de la herencia generacional, en la perduración de las gentes que lo protagonizan.
