Queda algo más de un mes para que arranque la Semana Santa de 2019 y el gusanillo lleva semanas haciendo de las suyas en los estómagos de los vecinos de los nueve pueblos de la Ruta del Tambor y el Bombo. Este año no será muy diferente a las demás –de hecho, en la tradición está la magia- pero sí hay algo importante que celebrar. Y es que, desde el pasado 29  de noviembre, los toques de tambor y bombo que identifican a este territorio son patrimonio cultural de la humanidad. Aquel día se convirtieron al fin en un tesoro que pertenece al mundo entero y que está en manos de toda la sociedad bajoaragonesa seguir poniendo en valor.

Rompida de la Hora de Calanda - María Quílez (primera de la izquierda) junto a sus compañeros de La Comarca
Rompida de la Hora de Calanda – María Quílez (primera de la izquierda) junto a sus compañeros de La Comarca

Desde el maravilloso exilio de la recién estrenada maternidad, empiezo a leer a mis compañeros de la redacción de La COMARCA y pienso en lo especial que va a ser este año la Semana Santa. Y en concreto, la de Calanda. Porque no voy a ocultar a estas alturas que es mi favorita. A ello ha contribuido cada una de las familias, rompedores, presidentes de cofradías… Amigos, en definitiva, que he ido conociendo en estos diez años que llevo contando los entresijos de la Semana Santa calandina.

Sé que ya están preparando las túnicas para los nuevos cofrades; que sus instrumentos están listos para comenzar a redoblar en las jornadas nacionales y de la Ruta y que restan los días que quedan para que todo comience. Sigo con atención la página de Facebook de esta cofradía y de la propia Semana Santa para no perderme ni un solo detalle de lo que está por llegar. Y, con algo de nostalgia, recuerdo que a estas alturas ya estaría a tope con los reportajes, entrevistas y fotografías del suplemento especial de Semana Santa que el próximo 12 de abril podremos adquirir todos en nuestros quioscos.

Intentaré no perderme el Viernes Santo porque, aunque la declaración de la Unesco no suponga cambios en la esencia de la Semana Santa, considero que es importante celebrarla para demostrar, una vez más, que el tambor y el bombo son para Calanda mucho más que  dos instrumentos. Forman un lenguaje propio y conforman una identidad que no se puede explicar con palabras.

María Quílez
Redactora Jefa del periódico «La Comarca»

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