Es lo que tiene dar las cosas por sentado… uno piensa que lo que “es” o “sucede” de una determinada manera siempre fue así.  En nuestro caso, estamos acostumbrados a vivir la Semana Santa no sólo en primera persona, sino a través de las retransmisiones que se hacen en televisión, artículos en revistas, webs y otros medios de comunicación… Todos sabemos que a las once de cada Viernes Santo lo mejor es estar ya en la plaza, en el sitio de siempre, con las caras de siempre, dando por sentado que ahí estarán las cámaras de televisión que darán buena cuenta al mundo entero de lo que “es” y “supone“ (o significa)  la Rompida de la Hora. Esto no ha sido siempre así y, por el hecho, de que hace mucho tiempo que ocurra no deberíamos dejar de valorar lo complicado que resultaría, en estos tiempos que corren, hacerse el “hueco” que Calanda ha logrado hacerse durante esos pocos días del año y que se ha sabido mantener hasta nuestros días, a esto han contribuido, desde hace décadas, numerosos vecinos de Calanda que han llevado el sonido de los tambores y bombos a diferentes lugares fuera de nuestras fronteras.

Todos sabemos que en estos primeros lustros del siglo XXI la afición de tocar el tambor y el bombo en Semana Santa se ha extendido por muchas ciudades y pueblos de España; conocemos ejemplo de algunos de ellos que, sin tener tradición de muchos años, tienen actualmente una importancia y repercusión muy grande en los medios de comunicación. Sobre todo hablamos de ciudades grandes con el poder que eso les da en el mundo de internet, revistas y suplementos de viajes (€€€), participando todos en esa especie de “competición” por tener unas fiestas que sean de “interés turístico” comarcal, provincial, autonómico, nacional, interestelar, etc…

 

Los Tambores y bombos de Calanda hace mucho tiempo que tienen un espíritu viajero, quizá empezaron a “viajar” mucho antes de lo que nos pensamos y en el mejor vehículo posible: El cine de Luis Buñuel, probablemente películas como “La Edad de oro” en 1930, “Nazarín” en 1959, o “Simón del Desierto” en 1965 fueron los primeros medios en los que los tambores y bombos de Calanda empezaron a darse a conocer fuera de nuestras calles. En 1966 Juan Luis Buñuel realizó el documental “Calanda” en el que se mostraba durante 21 minutos la Semana Santa de ese año y en 1967 Carlos Saura estrena «Peppermint Frappe», película en la que los tambores de Calanda también son protagonistas.  Los tambores y bombos de Calanda viajaban en primera clase en unos años en que todavía no existía compañías aéreas de bajo coste, ni internet ofrecía ranking de las “mejores” Semanas Santas.

La realidad a final de la década de los 60 del siglo XX era que los tambores y bombos de Calanda habían viajado mucho y muy bien. Para entonces la cuadrilla de Tomás Gascón empezaba a coger sus coches cargados de tambores y bombos para desplazarse a tocar al recién creado concurso de Tambores y Bombos de Híjar, quizá ellos fueron “pioneros” en que nuestros redobles empezaran oírse en directo y reconocerse fuera de Calanda. Seguramente de aquellas primeras salidas, la primera que tuvo más eco y repercusión fue la ocasión en que acudieron a Teruel requeridos por Televisión Española.

A final de los 60 y principios de los 70 del siglo XX se fundaron la mayoría de cofradías de Calanda contribuyendo, sin duda, a que la divulgación de nuestra tradición fuese a más en el futuro. La cuadrilla de Tomás Gascón fundó la Cofradía Jesús Nazareno e inculcó en su ADN y en el de sus cofrades, el espíritu viajero que ellos habían iniciado y que se mantiene intacto en la actualidad. También en 1970 se funda la Ruta del Tambor y el bombo del Bajo Aragón y, posteriormente, en 1983 comienzan las jornadas nacionales del tambor y del bombo. Los tambores de Calanda han continuado viajando tanto a los pueblos de la ruta del tambor de la comarca del Bajo Aragón, como a los que componen el consorcio nacional pertenecientes a provincias como Castellón, Valencia, Albacete, Córdoba y Murcia.

En el año 1977 una representación de los tambores y bombos de Calanda se desplaza a Madrid para tocar en el programa de José María Íñigo de RTVE (en esos años solo existían 2 canales de TV y las audiencias eran muy superiores a las de cualquier programa de hoy en día). A finales de los años 80 y primeros de los 90, nuestros tambores y bombos comienzan a oírse en innumerables lugares, casi siempre, con el reclamo de D. Luis Buñuel. Y digo casi siempre, porque como en todo, siempre hay excepciones, y por poner un ejemplo: la participación que tuvo Calanda en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, acto en que todos los pueblos de la Ruta del Tambor y del Bombo del Bajo Aragón estuvieron representados.

Así pues, los tambores de Calanda se han desplazado y han llevado nuestros toques por la geografía nacional e internacional, sonando en  :

  • los principales festivales de cine nacionales: San Sebastián, Málaga, Valladolid, Documenta Madrid…
  • Festivales de Cine Internaciones: Cannes, Berlín, Venecia
  • Varias veces en París
  • En la exposición internacional de Aichi en Japón.
  • En la XXX edición de los premios Goya del cine español retransmitida en directo por Televisión Española.
  • Tocando junto artistas como Luis Eduardo Aute y Miguel Ángel Berna
  • Programas de Televisión como el de José María Íñigo, Alaska y Segura, Gala de Nochevieja…
  • Etc, etc…

En los últimos años los tambores de Calanda también han sonado (o viajado) en series, películas, etc, algunos ejemplos son la película de David Trueba «Vivir es fácil con los ojos cerrados» o la serie de Antena 3 «El Secreto de Puente Viejo» como algunos ejemplos. También en el vídeo sobre Aragón que dirigió Carlos Saura y que se emitía continuamente en el Pabellón de Aragón de la Expo de Zaragoza 2008.

Seguramente, en el futuro, el “alma viajera” de nuestros tambores seguirá estando muy viva y latente porque el equipaje siempre estará dispuesto y listo para representar nuestra cultura, y seguir homenajeando a nuestro paisano más ilustre allá donde se nos reclame. Los Tambores y Bombos de Calanda seguirán viajando a muchos lugares y en diferentes “medios” de transporte, «obligándonos» a «madrugar» cada Viernes Santo para acudir a nuestra cita en la plaza,  pero no podemos olvidar que no siempre fue así…

Rubén Magrazó Palos

 

 

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