A todos nos encanta la Semana Santa, ya sea por esos pocos días de fiesta que tenemos, por nuestro querido tambor y bombo, por las reuniones en familia o amigos o simplemente porque empieza a hacer buen tiempo y los días se alargan cada vez más.
Para mí, poder mezclar el tambor o bombo con mi familia y amigos es lo más esperado del año. Significa que vuelvo a casa, donde empezó todo y donde aprendí que lo más importante es todo lo que ya tenemos pero que hay que darse cuenta de ello para cuidarlo y seguir conservándolo.


Durante esos días de redobles es un no parar de entrar y salir gente de casa, padres, hermanos y hermanas, hijos e hijas, tíos, tías, abuelos, abuelas, primos, primas, amigas y amigos… ¡y lo bonito que es! Ver la casa viva, llena de alegría y energía positiva que sólo se siente en Semana Santa.
Este año hará nueve que perdimos en casa una generación, pero también será un año de cambio. Aparece en casa una nueva y con esta nueva generación despierta en todos nosotros sentimientos de ternura, afecto, cariño y unas ganas inmensas de empezar desde cero a transmitir el amor por nuestro tambor y el bombo.
Candela y Lola, a sus diez meses de vida, son ya nazarenas. No sé si les cabrá el escudo en las pequeñas túnicas que llevarán, pero seguro que estarán estupendamente las dos conjuntadas con su tambor y bombo… de medida… bueno… igual de pequeñitos que ellas.
Lo que quiero decir con todo esto es que nos llenará de alegría ver esta nueva entrada generacional en casa. Siempre hay sitio para uno más. ¡Y en este caso dos!
Nuestra querida Semana Santa es distinguida por todos los personajes famosos que han hecho difusión del tambor tanto nacional como internacionalmente, pero obviamente, tampoco sería lo que es sin nosotros. Todos los que formamos parte de las celebraciones de la Semana Santa tenemos un papel muy importante a la hora de transmitir de generación en generación el ritual y la tradición de nuestro pueblo.
En mayor o menor medida todos formamos parte de esto y eso es lo más bonito de todo.
Estoy seguro de que no solo será en la nuestra, todas las casas de Calanda estarán llenas de gente, alegría y energía positiva en estos días que tanto nos gustan.
Alejandro Vallés
