No hay nada más gratificante que poder tomar un café o una cerveza con alguien a quien realmente aprecias, y si además compartes con esa persona una misma afición o sentimiento ese momento se convierte en algo especial, inolvidable. Y en eso estaba yo una mañana, en el D’ Antis, con Juan Herrero; hablamos de varias cosas, pero sobre todo de Semana Santa. ¿Qué otra conversación puede haber entre dos enamorados de esta fiesta tan entrañable? De pronto me hizo una pregunta muy directa: “¿tendrías algún problema si nos hicieras un escrito para nuestra página web?” No pude menos que sonreírme, la pregunta tenía migas… ya lo creo que sí. Encerraba prejuicios de antaño, afortunadamente ya superados. Más que una sonrisa se merecía una sonora carcajada. Como iba a decirle que no a Juan. Me comentó que le gustaría que hablara sobre mis años al frente de la Junta Coordinadora de Semana Santa y mi experiencia con las demás cofradías. Le dije que sería un placer y un honor hacer ese escrito.

Para llegar al final es imprescindible empezar por el principio. Mis raíces no son calandinas, tal vez sea lo único que me falta para ser realmente como vosotros. Yo vine de lejos y, a mis siete años, por supuesto, desconocía la cultura y tradiciones de Calanda. Muy pronto me hablaron de la Semana Santa, que se tocaba el tambor… poco a poco me hice mi pequeña idea, desde luego equivocada, sobre eso de “se toca el tambor”. Recuerdo, como si fuera ahora mismo, mi primer viernes santo en Calanda: cada paso, cada instante vivido en el trayecto que iba desde mi casa en las Cantarerías hasta la plaza de la Hoya, entonces allí se “Rompía la Hora”. Ver salir de todas las calles gente con su túnica y su tambor o su bombo me impresionó realmente, y aún me faltaba por vivir lo más excitante: el momento mágico de Romper la Hora. Fue allí, en ese instante, donde me enamoré de esta fiesta. Se me coló hasta el tuétano y… ahí sigue.

Aquel 8 de abril de 1966 marcaría el principio de mi pasión por la Semana Santa calandina. Los años siguientes fui testigo del importante giro que dio nuestra semana santa. Había que reestructurar algunos aspectos de la misma, había que lograr un conjunto armonioso. Ese puzle, un tanto desordenado, necesitaba de un ingeniero capaz de encajar todas sus piezas y ese ingeniero fue el sacerdote Roberto Gracia. Dio un gran impulso a nuestra Semana Santa, organizando sobre todo las diferentes procesiones. Dotó de contenido a las de La Soledad y El Santo Entierro, distribuyendo diferentes grupos de jóvenes para que se responsabilizaran de sacar algunas imágenes que permanecían en la iglesia parroquial sin procesionar. Esto fue el embrión de muchas cofradías, entre ellas las de Jesús Nazareno y El Encuentro. La década de los 70 fue muy interesante para la evolución de nuestra Semana Santa, parte importante de lo que es hoy se gestó en aquellos años. Luego llegaría la Coordinadora.

Muy pronto formé parte de ella como vocal en representación de mi cofradía, El Encuentro. Quien iba a decirme entonces que un día presidiría esta Asociación y que en ella viviría momentos y experiencias realmente inolvidables.

El 1 de marzo de 1993 fui elegido presidente por primera vez. Estuve al frente de la Asociación durante casi cinco años. Era una Coordinadora anárquica, con demasiada gente; era casi imposible llegar a plasmar proyectos y por lo tanto utópico que estos pudieran llegar a convertirse en realidades. Me llamo la atención, entre otras cosas, el gran recelo que existía entre cofradías y el desamparo en el que se encontraba la Asociación: no había un apoyo serio y decidido por parte de la primera institución municipal; se limitaban simplemente a dejarnos un salón donde poder reunirnos y poco más. El 30 de enero de 1998, por diversas circunstancias que considere injustas hacia la Coordinadora, presente mi dimisión.

Hace ocho años volví a ser elegido de nuevo presidente de la Junta Coordinadora. Esta segunda parte, pese a que se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, iba a ser muy diferente a la primera. La experiencia es un grado, sobre todo cuando ésta ha sido más bien negativa. La Coordinadora actual nada tiene que ver con la de los años noventa: el grupo es reducido, lo justo y necesario, y ese recelo entre cofradías ha desaparecido. Somos un grupo remando en una misma dirección, en un clima de amistad y camaradería. La primera percepción que tuve es que había un ayuntamiento dispuesto a colaborar plenamente y no íbamos a dejar pasar la ocasión. Le planteamos a Manuel Royo, entonces alcalde de Calanda, nuestro proyecto y se interesó por él. El primer paso era disponer de un local propio, donde no solo poder reunirnos y trabajar sino también, donde poder recoger todo tipo de material relacionado con la Semana Santa para crear un archivo, algo imprescindible si queremos que futuras generaciones conozcan el legado que van a recibir. El sueño, tantos años anhelado, de disponer de un local propio se vio cumplido y a partir de ahí empezamos a trabajar. El archivo, aunque pequeño, es una realidad; hay documentación de prensa desde el año 1947 hasta la actualidad. La más reciente, por haberla vivido, tal vez no le damos la importancia que se merece pero sin duda la tiene porque es parte de la historia y del devenir de nuestra Semana Santa. Hay abundante material fotográfico en papel y otro que se nos prestó se ha escaneado y se encuentra en formato digital y también diversa documentación audiovisual, tanto en formato DVD como en VHS.

Estos años han sido francamente enriquecedores para mí: he tenido contacto con todas las cofradías; he podido comprobar la ilusión con la que todas trabajan y preparan la Semana Santa; he visto como cada año la cofradía a la que le toca representarnos se preocupa y se esmera en poner y dar de si lo mejor que tiene. He asistido en alguna ocasión a los ensayos o escuela de tambor de alguna de ellas y me he sentido tremendamente orgulloso de ver lo que hacen y como lo hacen; en ningún momento he tenido la sensación de ser un extraño entre ellos, me he encontrado plenamente identificado en su compañía, muestra palpable de que todos hemos superado aquellos absurdos recelos de antaño.

Ahora, cuando estoy próximo a terminar mí segundo mandato y a dejar la Junta Coordinadora, sé que se cierra una etapa muy importante de mi vida; recuerdo con enorme cariño todos estos años vividos en ella: desde aquellos primeros en una Coordinadora casi desquiciante, donde un exceso de pasión incontrolada desarbolaba cualquier intento de hacer algo y estos últimos en un ambiente totalmente distendido y productivo en proyectos y realidades. Ambas experiencias han sido maravillosas y cada una, a su manera, me ha enseñado que ayer como hoy la meta siempre ha sido la misma: servir y hacer grande a nuestra Semana Santa.

Se me ha dado la oportunidad de conocer y tratar de forma muy cercana a personas con las cuales probablemente, de no haber estado en la Asociación, hoy solo tendríamos entre nosotros el trato de “hola y adiós” al cruzarnos por la calle. He tenido el privilegio de contar con un equipo fenomenal, que aunque se ha ido renovando en el tiempo no ha perdido su gran calidad. Y, sobre todo, he sido agraciado con la inmensa fortuna de poder vivir y sentir cada día de estos inolvidables años la Semana Santa dentro de mí. Conmigo cesa también en su cargo una persona muy querida para mí, me refiero a Paco Navarro. Con él he aprendido mucho. Me ha hablado en numerosas ocasiones de la otra Semana Santa, de aquella que no llegué a conocer. De él podría hablar y hablar hasta llenar un montón de páginas, pero eso me lo quedo para mí; de él solo os diré que ha sido un compañero de viaje formidable, bueno más que de viaje casi veinte años, entre unas cosas y otras, dan más bien para una larga peregrinación; hemos forjado una sólida amistad que estoy seguro perdurará más allá de nuestro ciclo vital. Creo que han sido unos años positivos, pero aunque no lo hubieran sido ni en proyectos ni en realidades, a título personal solo por las personas con las que he convivido y he hecho amistad habría valido la pena.

Le doy a Juan las gracias por haberme preguntado “¿tendrías algún problema si nos hicieras un escrito para nuestra página web?”. Ya veis que no. Me he sentido francamente muy honrado con su propuesta. Es bueno, es necesario y tiene que verse como algo completamente normal el que haya esta convivencia entre todos nosotros. Que sepa todo el mundo que nuestra Semana Santa no solo es grande por sus Tambores y Bombos sino también por la fraternidad existente entre sus Cofradías.

Julio Ramos Robles
(Presidente de la  Junta Coordinadora de la Semana Santa de Calanda durante los últimos 8 años.)

A %d blogueros les gusta esto: