A lo largo de los años son muchos los tamborileros que por un motivo u otro todos podemos recordar, algunos es bastante sencillo, fueron lideres de sus cuadrillas, incansables tamborileros capaces además de poner sus nombre a algunos toques que hacemos sonar hoy en día, incansablemente… el JUANETE, EL TIO RAMON O EL RABALERA son claros ejemplos…

Otros redoblaron en sus cofradías o sencillamente mostraban su destreza  admirada por todos los que los seguían y contemplaban con asombro, los redobles de Antonico Damián, el Tío Benito, el Valenciano, el Miguel  “el luengo” o el más televisivo, entrevistado y polifacético Tomas Gascón son claros ejemplos de ello. No nombrare en este escrito, aquellos que todavía hoy,  por suerte son parte de nuestro presente y todavía disfrutamos año tras año de sus sonidos…

Pero no es tan fácil para muchos recordar a aquellos que con sus bombos marcaban incansablemente los toques de estos famosos tamborileros. En mi opinión, no le hacemos justicia a la figura del bombo, sencillamente por parecer un instrumento menor.

En el libro “el sueño de los tambores”, lectura imprescindible para todo tamborilero, hay una colaboración del Padre Mindan (página 46) titulada “SEMANA SANTA PRINCIPIOS DEL SIGLO XX” y que se refiere concretamente al periodo 1906/1914…

“En aquel tiempo no  existían bombos. Estos comenzaron más tarde, un solo bombo por cuadrilla y se utilizaban para llevar el compas pero su uso fue extendiéndose cada vez más por personas que no tocaban bien el tambor y que, sin embargo querían hacer más ruido con el bombo. Este abuso ha llegado modernamente a que casi haya tantos bombos como tambores”

Efectivamente años más tarde, la presencia del bombo fue creciendo, hasta el punto de convertirse en un elemento indispensable en el sonido de nuestra Semana Santa y contrariamente a lo apuntado por el querido Padre Mindan, no se trata de hacer ni más ni menos ruido, se trata de la importancia del bombo en marcar el compas con más o menos pausa o aceleración de los toque en una misma cuadrilla. Un claro ejemplo de la importancia del bombo lo encontramos en la actitud de los buenos tamborileros de ayer y de hoy, que en ningún caso se encuentran a gusto participando en nuestra procesiones, cuando por el propio movimiento desigual de las filas se quedan sin el sonido del bombo a su lado.

El crecimiento de la presencia del bombo, y también de nuestra Semana Santa, nos lo aportan los datos estadísticos recogidos en los últimos años; en 1966 fueron 425 tambores y 86 bombos los participantes en la procesión del pregón, en el año 85 se da el número más alto de bombos en dicha procesión , siendo 443 y 920 tambores. A día de hoy, esa participación de bombos no ha sido superada, sino que además se cuenta a la baja año tras año.

Por recordar algunos de ellos y sin querer ofender a aquellos que no mencione, aportare algunos nombres que personalmente recuerdo sin problema…

La cuadrilla de Luis Ferrer y su famoso bombo de “ metro” como decían ellos, la potente figura de José Ferrando “ brazo hierro “y sus imponentes mazas, Blas Franco, Francisco Herrero y la figura de Miguel Espada que hasta hace muy poco tiempo abría la procesión del pregón con su impresionante bombo de “ 86” centímetros.

Hoy afortunadamente nuestra Cofradía cuenta con algún bombo de referencia para todos nosotros que además ha conseguido ser distinguido como Tambor Noble de la Ruta del Tambor y del Bombo, no lo nombrare como anteriormente a los tamborileros, por ser todavía actor presente y activo de nuestra Semana Santa, aunque todos sabemos a quién me refiero…

A mediados de los 70, nuestra cofradía  de la mano del paciente  y recordado “Tío Andrés” pone en marcha lo que podrimos llamar la primera escuela del tambor y del bombo, el objetivo estaba claro, conseguir perfeccionar el sonido de nuestros tambores y bombos mediante el ensayo y el repaso de cada uno de los toques durante los dos meses anteriores a la gran fiesta…

Hoy afortunadamente son muchas las Cofradías (prácticamente todas) las que realizan esta práctica, y sin duda esos ensayos se notan cada vez más en nuestra Semana Santa. Hoy son cientos los chiquillos que son más pequeños que su propio tambor y que ya lo hacen sonar con destreza, la incorporación de las mujeres a estas cuadrillas es sin duda uno de los datos más relevantes de nuestra Semana Santa y en mi opinión el principal motivo de nuestro incansable y fantastico crecimiento.

Sin embargo también está creciendo esa opinión que ya tenía el Padre Mindan allá por el 1906, donde se contemplaba al bombo como algo  imprescindible que solo hacia ruido, y se está apostando por la elegancia y la menor entrega física que necesita el tambor frente al bombo.

La responsabilidad que tenemos todos los calandinos de mantener viva nuestra más importante tradición, heredada de nuestros antepasados, nos debería hacer reflexionar sobre esta situación…

Las cuadrillas conformadas por tambores y bombos de forma proporcionada, no solo suenan mejor, suenan además marcando un compas uniforme que sin duda marca el bombo en cada uno de los toques.

Que seria del sonido acompasado y pausado de la palillera, el juanete, la correata o cualquier otro toque sin la aportación del bombo?

Creo sinceramente que tenemos por delante un  trabajo importante en defensa de nuestras señas de identidad, que sin duda, no son otras que el sonido con destreza de nuestros redobles y la fuerza y potencia de nuestros bombos…

El Bombo sin duda es un elemento imprescindible en la Semana Santa Calandina…

Trabajemos en esa línea y consigamos entre todos buscar formulas que no solo aseguren su presencia en nuestra cuadrillas, sino que además seamos capaces de hacerla crecer…

Manuel Royo Ramos

 

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