En un disco que Agustín Campos editó sobre los años 50, con texto de D. Miguel Sancho Izquierdo, relataba con profunda y motivada voz, su sobrino Manuel Sancho Casanova: Ya se oye el tambor destemplado y sin bordones que marca el paso de los PUTUNTUNES, es el tío Noguericas, es el tío Noguericas que hace de ello rito y tradición.
Pero… que son los Putuntunes para Calanda? Nacidos en los albores del siglo XVII, fueron desde entonces los guardianes del Monumento (catafalco que se pone el Jueves Santo para rezar al Santísimo), en aquellos tiempos vestidos con calzas, casaca y sombrero de tres picos estaban armados con alabardas. Un jefe (capitán) mandaba la exigua tropa, formada por el jefe, un abanderado, un tambor y 6 u 8 soldados que se relevaban al sonido de ese tambor cada dos horas.
En 1640 ocurre el Milagro de Miguel Pellicer y el mozo es llamado a presencia del Rey, Don Felipe IV, que además de adorar la pierna le regala una armadura como para protegerle de futuros accidentes, como el que le había costado la pierna, milagrosamente restituida. Esta armadura de poco o nada le serviría al mozo, pero un despejado sacerdote si le vio utilidad, transformándolo en gran jefe supervisor de la tropa de alabarderos, pensando para él un pequeño y sencillo auto sacramental en el que con una pequeña lucha se mostraba la resurrección de Jesús.
Así transcurrieron los años hasta que en 1898, un chamarillero compró la armadura, debió ser a buen precio pues con esa venta la Cofradía del Santísimo pagó sus deudas y compró un Palio nuevo y una nueva uniformidad para los alabarderos, esta vez ya con uniforme de romanos, conservando, eso sí, las alabardas anteriores y una nueva armadura para sustituir a la vieja, que desde entonces se perdió.
Esta nueva duró hasta 1936 en la que uno de los miembros de la Guardia la escondió, con riesgo de su vida, lo que supuso su irremediable pérdida.
Tras la contienda, Agustín Campos compra la tercera armadura que acompañará las procesiones desde 1940 hasta 1974 en la que D. Ramón Gresa financia la actual.
Si a cualquier Calandino le preguntas por los putuntunes te dirá que ahora son una importantísimo parte de la Semana Santa Calandina y más desde que en 1974 son los quintos del año los encargados de representar a estar guardia.
En mis tiempos infantiles los putuntunes te daban miedo, eran gentes mayores muy serias con largas barbas postizas y rostros, algunos, patibularios. Recuerdo que el sonido de su tambor PU TUM TUN nos atraía y antes de las Semanas Santas los niños recreábamos el paso de los romanos repitiendo sin parar: SOY PUTUNTUN…
Recuerdo de aquellos años soldados y jefes que han sido admirados por su seriedad: el tío Ranero, el Chatín, el tío Quiquín, el Jordán, Antonio Labarías, Palos, Leal, Saturnino, Federo y tantos otros, si bien es verdad que al final no todo era tan perfecto y entontes se decidió pedir a los quintos del año 1974 que se atrevieran a sacar aquellos viejos trajes, ya sin barbas, con un Longinos nuevo y cuatro uniformes que fuimos a comprar en un 600 Paco Navarro, Maryfe (entonces mi novia) y yo.
Y así renació esta tradición que hace que nuestra juventud de lo mejor de sí en bien del buen nombre de nuestro pueblo Calanda.
Antonio Royo Albesa