– ¡Psst! ¡Jesús! ¿Ya ha acabado Hijo? ¿Ya se han ido todos?
– Sí Padre, ya puedes mostrarte.
-¿Qué tal ha ido este año?
– Pues como todos, muy bien Papá. Ya sabes que me llevan siempre de manera impecable. ¿Qué tal se ha visto desde fuera?
– Precioso. La gente como siempre muy respetuosa y atenta. Como cada año les he guardado sitio preferente a los cofrades que ya no están
aquí abajo con los demás para verte salir como Dios manda, nunca mejor dicho.
– Me alegro. ¿A Mamá, el resto de compañeros y mis otros Yo, qué tal les ha ido?
– Pues luego hablo con ellos, sabes que siempre empiezo contigo, que para eso vas sufriendo en la cruz. Pero antes me voy a dar un garbeo
por fuera, que ya han dado las 11 y ya empiezan a tocar otra vez el tambor. Y sabes que me encanta verlos y oirlos. No en vano están celebrando, un poco a su manera eso sí, Tu/Mi muerte. ¿Quieres salir conmigo a verlos tocar?
– Pues mira, mejor mañana a ver el cese de redobles, que me encanta. Esta noche me quedo a descansar para salir con buena cara mañana,
que algunos de mis costaleros vendrán «cansados» por haber trasnochado un poco. Eso sí, todos los años cumplen.
– ¡Y que no vea yo lo contrario, que paro la procesión un rato cuando paséis por el humilladero! ¡Anda que no molesta ese «solcico» mañanero que pega allí!
– ¡Ja ja! ¡Ya los he oído quejarse algún año, ya!
– Sí, y de que este año han echado mucha agua para las flores y pesas un montón, y bla, bla,….
– Hombre Papá, no te metas con ellos, que algunas veces lo han pasado mal. Acuérdate los primeros años de la cofradía cuando se tenían que agachar por culpa de los cables de teléfono y la luz….. y al entrar y salir de aquí, con la gente conteniendo la respiración por el suspense de si paso o no paso…..
– Tienes razón, no me voy a enfadar. Además decidí dejar de ser un cascarrabias después del Antiguo Testamento. ¡Ay cómo te cambia la vida cuando eres Padre! Bueno, lo dicho, voy a escuchar los tambores y luego vuelvo. Además este año está haciendo un tiempo estupendo. Si es que sólo se te ocurre a Tí morir cuando más revuelto está el clima de todo el año…
– Te recuerdo Padre que Tú lo dispusiste así…..
– Ejem,… no me líes Hijo….. En fin, ¿sales un rato?
– No, gracias Papá. Mañana. Igual este año en vez de transfigurarme en un turista, me animo a tocar…
– No es mala idea. Te veo luego otra vez, ya sabes, un ratico antes de que empiece la procesión y venga gente.
– Hasta dentro de un rato, Papá.
– Hasta luego Hijo.

Alejandro Reche Carbó
(Relato Publicado en el díptico de la Cofradía Cristo Crucificado de la Semana Santa 2018)

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