Si se habla de la percepción que tenía Luis Buñuel (1900 – 1983) de su país adoptivo, México, probablemente lo primero que venga a la mente sea la famosa cita que aparece en su libro de memorias, Mi último suspiro: “Me sentía tan poco atraído por América Latina que siempre decía a mis amigos: Si desaparezco, buscadme en cualquier parte, menos allí”. Sin embargo, Buñuel vivió 37 años en México, de 1946 a 1983. Incluso, con pasaporte mexicano desde 1949. No es de extrañar que el cineasta encontrara motivos para quedarse en este país. Por un lado, como es sabido, muchos españoles eligieron México como tierra de exilio durante el franquismo y, entre ellos, muchos de sus amigos de infancia y juventud. Y, además de la justificación personal, también encontró razones de peso en el terreno de lo profesional. Después de estar más de una década sin poder ejercer el oficio de director tras el estallido de la Guerra Civil y durante el improductivo exilio estadounidense, pudo ponerse detrás de las cámaras nuevamente, que era lo que realmente deseaba, con su primer filme mexicano: Gran Casino (1946), la primera de las 20 películas que Buñuel rodaría en tierras mexicanas.

Para intentar dar una explicación al porqué no se conoce tanto del sentimiento que tenía Buñuel hacia México, es necesario partir del libro mencionado anteriormente. Mi último suspiro es el libro más conocido de Buñuel, pero de esta autobiografía resulta sorprendente la escasez de referencias que dedica a su relación con México y, encima, las pocas cuestiones que comenta son negativas: la superpoblación, la contaminación, la corrupción, el machismo, por ejemplo. No obstante, varios expertos hemos advertido que este no es el texto más adecuado para conocer fidedignamente al Buñuel más íntimo, debido al hecho de haber sido escrito en 1982, un año antes de la muerte del cineasta, gracias a la colaboración de Jean-Claude Carrière, e iba destinada a un público fundamentalmente europeo (la primera edición es francesa y española), con un claro interés por terminar de apuntalar la ya consagrada imagen de cineasta universal.
Por tanto, para conocer realmente qué pensaba Buñuel de México, nada mejor que recurrir a la voz del propio Buñuel en su epistolario, pues son escritos destinados a la lectura privada de algunas de sus amistades de mayor confianza. No hay motivos para creer que Buñuel estuviera falseando o exagerando estas declaraciones:
«Ante todo le diré que estoy encantado de vivir en México. Por lo pronto aquí se respira libertad o, al menos, se lo cree uno si se compara esta manera de vivir con la de los restantes países del mundo. Mi primera impresión del país fue desagradable, influido como estaba por la civilización del frigidaire, pero de entonces a acá he cambiado radicalmente de criterio. México hoy por hoy y pese a su tradición anárquica es el país más estabilizado, tranquilo y unificado del mundo y esto se traduce en una especie de paz interior, de la que se carece en esa rascacielesca nación donde vive usted. Después de mi estancia de casi un año he podido comprobar que la leyenda negra que flota sobre México, leyenda sobre su insalubridad, inseguridad de la vida humana, espíritu traidor de sus habitantes, etc., etc., es exageradísima y desde luego lo que haya en ella de realidad debe parecerle poco a un español, si la compara con la de su propio país. Como escritor pobre y perezoso que soy no quiero seguir demostrándole las excelencias de México: bástele saber que he renunciado a los dos cargos que tenía en Francia y que voluntariamente me quedo a vivir aquí, en donde he amueblado un «precioso» apartamento que está a la disposición del matrimonio Barcia si por acaso se decide a venir a México.»
Carta de Buñuel (15/05/1947) a José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en Hollywood y después. Edicios do Castro, 1992, pág. 32-33.
«En efecto, me hice ciudadano mexicano. Es el mejor pasaporte que puede haber hoy. Aquí hay paz y el país está en pleno desenvolvimiento. Sería tonto que me quisiera marchar de aquí para siempre puesto que puedo trabajar a gusto y ganarme la vida. Llevo una vida no diré ascética pero si aislada del mundo. No voy a espectáculos, ni reuniones, ni a nada. Duermo sobre tablas y sigo un régimen de comidas casi monacal. En cambio bebo más de la cuenta. Ni casa la frecuentan contadísimos amigos. De los viejos Mantecón es el único que me queda. Sánchez Ventura no se habla con casi ninguno de nosotros. A Vicens lo veo, de pasada una vez por año. A los otros refugiados ni los conozco…ni quiero.»
Carta de Luis Buñuel a Lulú Jourdain de fecha: 30/08/1950, en: Carmen Peña Ardid y Víctor M. Lahuerta Guillén (Eds): Buñuel 1950, Los olvidados guion y documentos. Instituto de Estudios Turolenses, 2007, pág. 644.
«Hoy me encuentro desendeudado por completo, con posibilidades inmediatas de ganar lo suficiente para pagarme y pagar a mi familia algún viajecito a Europa. Aparte de eso vivo muy bien, bebo mejor, trabajo muy a gusto mío y si no fuera por mis antiguos y amadísimosamigos de París y por mi madre -que se ha portado conmigo maravillosamente- no tendría necesidad/de abandonar este odioso pero irracionalmente atractivo Nuevo Mundo. A parte de lo que acabo de decir y como tu muy bien descubriste, soy ciudadano mexicano. Por ahí me las den todas.»
Carta de Luis Buñuel a Lulú Jourdain de fecha: 16/05/1950, en: Carmen Peña Ardid y Víctor M. Lahuerta Guillén (Eds): Buñuel 1950, Los olvidados guion y documentos. Instituto de Estudios Turolenses, 2007, pág. 641.




«Recuerdo que Evita estaba contra ese proyecto… y yo también, que vine aquí forzado por las circunstancias. Pero he llegado a querer a México cuando lo he conocido. Por lo pronto, y comparado con el resto del mundo, se respira en un clima de libertad, hay PAZ, y puede uno dedicarse a su trabajo sin amenazas ni represalias porque se piense así o asá. ¿No es esto maravilloso? El país tiene muchos defectos, pero también grandes virtudes. Personalmente ¿en qué país me hubieran permitido hacer LOS OLVIDADOS y SUBIDA AL CIELO? Me he hecho mexicano y pienso vivir siempre aquí. Ahora, a base de anticipos y de bancos, me estoy haciendo una casa… en donde siempre tendrán Vdes. una habitación reservada.»
Carta de Luis Buñuel (07/10/1952) en: José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en Hollywood y después. Edicios do Castro, 1992, pág. 59.
A la luz de estos fragmentos, es posible afirmar que Buñuel era consciente del hecho de que haber llegado a México le permitió crecer de la mejor manera: haciendo la mayor parte de su filmografía, imprimiendo para siempre su nombre en el historial artístico y cultural mexicano; además, procurando bienestar y estabilidad a su familia y cultivando unas relaciones de amistad que a día de hoy, 34 años después de su fallecimiento, aún perduran.
Mario Barro (@MarioBaro)
Docente – Investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México
