En mi humilde opinión, los municipios no son más importantes por ser ni más grandes, ni más pequeños, ni por tener más o menos capacidad económica, ni desde luego por encontrarse en uno u otro lugar de nuestra geografía española.
Una de las cuestiones que hacen grande de verdad a un municipio y a sus habitantes, es la capacidad de estos mismos de conservar y preservar, pese al paso del tiempo, las costumbres, tradiciones y sobre todo el amor por ese municipio que nuestros antepasados nos transmitieron.



Sin duda alguna una de esas tradiciones más arraigadas para nosotros es la celebración de la Semana Santa, y uno de los momentos mas esperados, queridos y transmitidos generación tras generación es “La Rompida de la hora”, como la llamamos en Calanda.
Sin embargo tradición no tiene que estar reñida con innovación, ambas son perfectamente compatibles. La capacidad en el ser humano de cambiar, mejorar y de hacer llegar a cuantas mas personas mejor las cosas buenas de la vida, es algo que yo siempre he admirado mucho, sin embargo esta misma capacidad en alguien con responsabilidades políticas, lo he interpretado siempre, no solo como una virtud, sino también como una obligación.
En un periodo determinado de mi vida tuve que asumir esas responsabilidades políticas de las que hablo, pero también estas me trajeron momentos inolvidables para cualquier calandino. Momentos que nunca jamás pensaba que podía vivir, uno de ellos sin duda “la Rompida”.
El famoso bombo de Calanda, su plaza de España abarrotada, miles de corazones nerviosos y miles de mentes en funcionamiento buscando en su interior aquellos momentos vividos, en el mismo sitio, de la misma manera y casi siempre con la mismas personas, es algo que nunca nos queremos perder, si a todos estos sentimientos le añadimos la responsabilidad de dar la señal que marca el inicio del toque de los tambores, pasa a ser ya, algo casi inexplicable para cualquier calandino. Mi primera experiencia fue así, inexplicable, nerviosa y absolutamente emocionante, de las mas emocionantes que recuerdo…..
Claro esta experiencia solo se vivía si reunías una de las dos condiciones que entonces se requerían: ser Alcalde de Calanda o ser el invitado por el Ayuntamiento.
Había alguna posibilidad de hacer llegar este honor al resto de los calandinos? qué razón impedía que cualquier tamborilero pudiera sentir las mismas sensaciones y emociones por una vez en su vida que aquellos que hasta entonces habíamos tenido el honor de poder hacerlo?
Ni una sola razón, una simple decisión podía cambiar esta cuestión, viejas costumbres con nuevas ideas con un único fin; permitir a los calandinos vivir ese momento desde otra perspectiva, favorecerles la posibilidad de sentir la responsabilidad de decirle a los tambores, a sus tambores “YA” es la hora. Ese momento tan especial debía ser compartido, los verdaderos valedores de nuestra semana santa debían tener la oportunidad de sentir esa emoción, de participarla con sus familiares, con sus amigos y con todos sus convecinos, como pude hacerlo yo mismo.
La siguiente cuestión no era otra que decidir la elección de ese calandino/a cada uno de los años, ninguna condición podía ser impedimento, todos y cada uno de los calandinos debían tener los mismos derechos y oportunidades. La decisión no fue difícil, la cofradía encargada cada año de organizar los actos de nuestra Semana Santa seria la que tomaría libremente la decisión, ellos elegirían en el seno de su cofradía quien sería la persona elegida.
El Ayuntamiento aceptaría la propuesta y se obligaba a darle un trato preferencial a ese calandino elegido, este junto al invitado oficial del año serian los protagonistas.
La propuesta fue llevada para su debate ante la Junta Coordinadora de la Semana Santa, lógicamente fue aceptada por unanimidad y puesta en funcionamiento en esa misma Semana Santa del año 2005.
Siendo esta la pagina WEB de la Cofradía de Jesus Nazareno, cofradía a la que pertenezco desde hace muchos años, me permito finalizar este escrito recordando a todos aquellos calandinos con los que tuve la oportunidad de celebrar el acto de romper la hora como Alcalde, agradeciéndoles su trato hacia mi persona y diciéndoles que sin duda para mí fue un honor compartir esos momento entrañables con ellos. Ver su nerviosismo, su ilusión y su emoción en el centro de la plaza en aquel instante, me confirmo siempre que esta idea no chocaba con nuestras tradiciones, es mas las engrandecía.
Finalmente y por poner alguna pega que siempre las hay, os diré que: en ocho años que tuve la oportunidad de participar en el acto de romper la hora lógicamente no cabían las 9 cofradías existentes, la cofradía con la que no pude participar, el calandino con el que no pude vivir ese momento especial, pertenecía ni mas ni menos que a la Cofradía de Jesus Nazareno, casualidades de la vida. Aun así, sin embargo la experiencia vivida es inolvidable y la posibilidad de cambiar nuestra tradición para mejorarla dándole mas participación a los calandinos es algo que sin lugar a dudas siempre tendré presente.
Manuel Royo Ramos